El juego de palabras asirías Babhili (puerta de dios) y Babhel (confusión), nos transportan a épocas remotas de una supuesta primera dispersión mundial; podemos elucubrar un mundo pequeño gobernado por unos cuantos hombres dando ordenes de crear el más grande zigurat hasta entonces visto; el objetivo era tocar el cielo.
Inicialmente este primitivo trabajo en equipo daba óptimos resultados, cada día colocaban miles de ladrillos en ese posible rascacielos, pero, ¿cómo tanta gente coincidían con lo deseado?, ¿Cuál fue el nexo?, lo lógico es imaginar que fue por medio de la comunicación, las palabras.
La historia bíblica narra que la soberbia se apoderó de aquellos hombres y Dios los castigó haciéndolos seres incomprensibles; la multitud tornó en caos en medio del hacinamiento invadido de murmullos ininteligibles que generaron violencia. Esta diáspora de los hijos de Babel los llevó confundidos por el mundo, el factor tiempo y no tener un nombre común al suceso lograría su olvido. Está alegoría de la confusión, al no contar con un código común, nos muestra que tan letal puede ser la imposibilidad de descifrar sonidos consensuales.
Hoy la historia es inversa, la fragmentación debido a exceso de lenguas se transformo en unificación forzada por unas cuantas, el precio a pagar será la desaparición de la mayoría de idiomas catalogados minoría por diversos agentes ( en el peor de los casos, el desprecio de ciertos grupos de poder que los consideran poco rentables). La perdida irremediable de cualquier lengua, mata también parte del patrimonio vivo de los seres humanos, los hombres han convertido el idioma en un acto reflejo de la comunicación, olvidando que las palabras articuladas encierran una determinada percepción del mundo, expresividad de cultura, concepción de valores y el sello de agua impreso que tenemos cada grupo e individualmente nos da pertenencia.
La UNESCO en un último informe, declaro que más del 50% de las 6.000 lenguas del mundo corren peligro de desaparecer y el 96% de esas 6.000 son habladas por 4% de la población mundial ,es decir, que son minorías las que traspasan la historia humana y con el tiempo, están condenadas a perecer ante la escasa difusión, muchas veces por considerarlas inservibles, vergonzantes o como efecto del devorador de culturas que suele ser la parte negativa de la globalización, al intentar que el mundo hable un solo idioma.
Por ello la UNESCO junto a otros especialistas han reaccionado ante tan grave problema y ha creado programas como: «Lenguas en peligro» y «Multilingüismo en el ciberespacio”, la idea es recibir información a nivel mundial y así garantizar el multilingüismo en Internet, auxiliando a las personas que hablan idiomas en riesgo mediante la sensibilización del público y la transmisión continúa.
La población mundial vuelve eriazo su hábitat, extingue todo lo que no comprende o lo que en su facilismo no le es útil, para la masa algunas culturas no dejan de ser mero show artístico, casi nada importa el trasfondo dramático como es la cuenta regresiva de desvanecerse del orbe con sus palabras. Estadísticamente una lengua desaparece cada dos semanas y todo por la universalización de ciertos idiomas, universalización que no tienen el ideal de paz como alguna vez lo propuso el filántropo Ludwick Zamemhof, con el Esperanto en el siglo XIX, el objetivo actual es hablar al unísono un mismo idioma que facilite transacciones comerciales, el detalle está en la forma de colonización idiomática.
Finalmente los hijos de Babel, que son aproximadamente 7,000 millones de habitantes, tiene el derecho y el deber de salvaguardar nuestra frágil diversidad lingüística y como primer paso, conocer y respetar las más cercanas, no podemos defender lo ignorado, difundiendo su existencia junto con la cultura que la utiliza, sumándonos a los esfuerzos internacionales de cuidar este patrimonio, colaborando según nuestros medios del grave peligro que corre la humanidad de perder una parte medular de su existencia, el tiempo hará el resto.
CUBAYARANGA 